jueves, 4 de junio de 2009

Nuestro mundo feliz – Una realidad sesgada

Tras estas líneas que ve usted, lector, hay algo más. No hablo en términos metafóricos: físicamente hay algo más. Hay un folio, una hoja de papel; quizás sea la pantalla encendida de algún dispositivo electrónico. A veces es bueno bajar hasta lo más terrenal, lo más físico, para así darse cuenta de uno mismo. Ser consciente de que yo tengo tiempo para pararme, pensar, escribir en sucio algunas ideas, y luego encender mi portátil y plasmarlas aquí. De que usted lo tiene de detenerse un momento, ojear el título, comenzar a leer y formar una propia opinión sobre aquello que aparece ante uno. En ambos casos, son sólo cuatro pasos. Y hay demasiadas personas incapaces de dar el primero: descansar.


Entre todos hemos construido el monstruo-mundo humano. El hombre se comporta como una especie diferente al resto. En este caso, la diferencia a destacar no es su elevada inteligencia, ni su capacidad comunicativa y expresiva: el Ser Humano es autofágico.


A pesar de contemplar una serie de Derechos Humanos Universales, la filantropía no deja de ser una elección, cual empleo, aparentemente ligado a multimillonarios que buscan reconocimiento social, o asociaciones religiosas o de financiación vía donaciones.


La opción capitalista no parece desviarse en exceso de sus precedentes. La libre competencia no parece tan libre cuando hay países atados al olvido, y al mirar al mapa y a las cifras económicas parece fácil olvidar que hay gente detrás de estos, personas sin nombre, y que aun sin él mueren. Mueren por enfermedades que apenas sentiríamos al pasar por nosotros, o que yacen recordadas como furias pasadas.

Bajo estas enfermedades, que por variadas no se englobarían dentro del término pandemia, aparece un telón mucho más amplio y preocupante: el hambre.

El hambre no es el efecto, no es la enfermedad. El hambre es la causa, es lo que subyace. Es el problema real al que habríamos de enfrentarnos, afrontarlo de manera conjunta.


Numerosos ejemplos han mostrado que salir del hambre es posible, y relativamente rápido. En los últimos 30 años, países como Argelia o Arabia Saudita han pasado de tener más de un 30% de su población en el nivel de la hambruna y la desnutrición, a que este porcentaje sea inferior al 5%. En otros casos, como China, India, Nepal o Colombia, el porcentaje de población desnutrida ha descendido en más de un 50% (pasando de 3 de cada 10, a 1 de cada 10 habitantes).


Sin embargo, países de centro-áfrica, con una extensión territorial amplia y densidad poblacional baja, siguen con unas tasas de hambruna superiores al 30 ó 40% de la población, o incluso han visto incrementado este dato en los últimos años. Son zonas de interés puntual. Empresas extranjeras, de países ricos, se implantan y explotan los recursos de estas (principalmente petróleo, gas natural y minerales), sin apenas repercutir de forma positiva en la economía de la zona. Países que, a diferencia del modelo de Arabia Saudita, Qatar o EAU, han tenido una explotación tardía, posterior a la explosión de la globalización y las comunicaciones intercontinentales: la necesidad de petróleo ya es un hecho, y las empresas internacionales explotan tierras ajenas, a cambio de bienes para una minoría de la población residente en esos países. El país no puede desarrollarse ya en base a sus recursos, ya que la presión primermundista no se lo permite.


Y es que el hambre, a diferencia de lo que cabría pensar, no debe ser un problema externo al Primer Mundo. No hago referencia con esto a los casos aislados de pobreza absoluta dentro de países desarrollados, que parecen acrecentarse en el marco económico actual de crisis global; el trato del hambre y la pobreza con los países primermundistas es algo más complejo, y que radica en la propia mentalidad avanzada económica y materialista: ¿quién es culpable del hambre? ¿lo son las propias personas que pasan hambre?


Todos y cada uno de nosotros aceptamos el modelo socioeconómico tal y como es, al vivir dentro del mundo capitalista desarrollado. Y por tanto, cada uno debería asumir su parte de culpa en los fallos de este.

La presión demográfica sobre los recursos dentro de los países ricos es tal, que nos parece normal buscar estos recursos fuera del límite primermundista. Nuestra ropa no se fabrica en países ricos. Parte de la energía que utilizamos tampoco proviene de países especialmente ricos. Incluso los vegetales proceden de plantaciones de mano de obra barata, al igual que el pescado.


Nuestro desarrollo se sustenta sobre recursos externos, y no ofrecemos nada a cambio de estos. Al querer defender el utópico Estado del Bienestar, defendemos la existencia de Estados Explotados, por los que hipócritamente sentimos cierta lástima.


Quizás el tiempo de ser conscientes de la levedad de las fronteras haya llegado, si bien el movimiento Hippie queda lejano. Tal cual, parece que el Hombre primermundista hubiese perdido un poco su sentido dentro de una mayor especie, y necesite actuar en beneficio del resto de congéneres, más allá de vivir en el Norte o en el Sur.

No obstante, siempre se puede obviar este pensamiento de culpabilidad y necesidad de cambio, y vivir a costa del otro medio mundo.

Pero es absurdo pensar que el pueblo tercermundista aguantará siempre el pisoteo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

¢σи ℓα вσ¢α αвιєятα

En dos palabras: Dream Theater.
Si quieres saber de lo que son capaces estos "seres", puedes hacer 3 cosas:
a) Ir a un concierto
b) Comprarte el dvd de Budokan
c) Ver este video

Dream Theater - Instrumedley (live at Budokan - 2004)

єℓ ∂íα ∂єℓ ρℓαgισ

Estaba yo tan tranquilito, escuchando un poco de música para variar (música variada por cierto), cuando... ¡Ajá! ¡Qué es esto! Aquello que sonaba me recordaba a una pseudo-canción que compuse hará unos 2 años, y que a veces me venía a la mente, pero que no sabía como desarrollar... ¡pero es que era exactamente igual!
Bryan Adams, Summer of '69. Aquí estaba el "plagio". Debió de ser una de esas coincidencias que te dan que pensar, porque ni yo escuché esa canción antes, ni creo que Bryan escuchase (ni escuche) la mía.
Si lo piensas no es tan raro. Es sólo cuestión de probabilidad, y siendo un ritmo relativamente simple como es el caso, los porcentajes suben.

Ahora me confieso un loco enganchado a esta canción, y estoy deseando recuperar mis anginas para salir por el campus con la guitarra colgada a cantarla una tarde (pobres universitarios, jaja).

Realmente Bryan sí que supo desarrollar bien ese pequeño destello que tuve yo un día. Y a eso acompañó una letra realmente buena, una progresión simple y fuertemente expresiva de acordes, y un solo final "capado".
En fin. Ya que él hizo la canción, creo que a mí me tocará buscar un solo más largo. Ya os contaré si me gano alguna monedaja, o alguna piedra...

ι'м gσιиg тняσυgн ¢нαиgєѕ

Hey. Pues cuanto tiempo sin escribir por aquí. ¡Desde tiempos dublineses! Y mucho que decir desde entonces.
El título de esta entrada se lo debo a Ozzy y Black Sabbath, y es un buen resumen de este lapso.

Irlanda pasó, y fue una de esas experiencias que realmente te marcan. Sigo en contacto con algunas de las personas que allí conocí, aunque menos de lo que desearía. Pero siempre hay tiempo para recuperarlo.

Y luego llegaría la universidad. Con incertidumbre, eso sí. Que hasta principios de septiembre no pude saber qué haría. Finalmente, ¡sí! Biotecnología, a la segunda fue la vencida. Recibí el mail de confirmación, y bajé corriendo las escaleras a decírselo a mis padres. Creo que fue uno de los días más felices que pueda recordar.

Ese día, sin quizás saberlo, estaba diciendo adiós a muchas cosas. Ahora, poco a poco me doy cuenta.
Desde entonces, "independencia" (financiada eso sí), vivir lejos de casa, lejos de los amigos, lejos de tu vida en cierta forma.
Se podría decir que ahora "estoy aprendiendo a vivir", como dirían Dream Theater. Aprendiendo a conocer un poco más mi nueva vida.
Y es que ahora soy universitario, soltero, independiente, más musicoadicto que núnca y, además, estoy profundamente enamorado de todo aquello que empiece por bio y no sea yogur.

¡Agur amigos!

miércoles, 1 de agosto de 2007

Desde Dublin-

5 minutes left! No puedo continuar ahora, pero el domingo colgare mas cosas (sorry, in english there are no tildes.

Hasta pronto!

Por cierto, visitad Glendalogh, it's great!

miércoles, 11 de julio de 2007

ѕιмρℓє яє¢σмєи∂α¢ιóи

Uff, tercer post. Esto cuesta más de lo que parece (jeje). Bueno, escribo este tercer capítulo simplemente para dejar caer un nombre.

Ray Bradbury – Ficha

Nombre completo: Ray Douglas Bradbury
Fecha nacimiento: 1920 (en EEUU)
Profesión: Escritor
Temática: Ciencia Ficción, aunque según él escribe libros de fantasía.

Su obra puede resultar un tanto confusa, y es intrigante e inquietante. Resulta curioso ver su peculiar forma de imaginar el futuro (colonización de Marte y explosiones nucleares en “Las Crónicas Marcianas”, de 1950).

- Las Crónicas Marcianas (1950)
Está formado por una serie de historias cortas, distanciadas en la época (literaria), pero que viven entrelazadas bajo el mismo fondo: el intento de conquista de Marte por parte de los humanos que, como siempre, no nos podemos aguantar quietos.
Personalmente destacaría de este libro un capitulejo que llamó mi atención por su título: “Vendrán Lluvias Suaves” (“There Will Come Soft Rains”). Éste, ambientado en 2026, narra la historia y final destrucción de una casa (del futuro, evidentemente, con sistemas “informáticos” y con ratones que apagan el fuego…) tras la muerte de sus habitantes humanos (accidente nuclear). La casa continúa funcionando como si sus habitantes siguieran en ella, mostrando un aterrador automatismo.

Otro libro muy recomendable de este autor (en el que estamos metidos yo y mi PALM ahora mismo) es “La feria de las tinieblas”, un libro de “terror” realmente absorbente, y disponible también en formato de bolsillo.

También habría que señalar su otro gran clásico (además de “Las Crónicas Marcianas”) que es “Fahrenheit 451”.
No sólo novelas encontramos de este autor. También es el autor del guión de la película “Moby Dick” (de John Huston).

Podéis encontrar más información sobre este autor en wikipedia, donde incluso podéis leer un fragmento de “Vendrán Lluvias Suaves”. Aquí dejo el link:
http://es.wikipedia.org/wiki/Ray_Bradbury

martes, 10 de julio de 2007

¢αℓмα verde



Calma, tranquilidad; paz, sosiego, alivio; incluso alegría, felicidad; el observador se siente afortunado de que sean sus ojos los miran fijamente cada recóndito hueco de ese paisaje.


Mira al río, y siente la nostalgia del que sabe que todo acaba, aunque aun el final quede lejos.
Mira esas grandes montañas enormes, y se siente incomprensiblemente seguro de que tales gigantes están de su parte. Se siente insignificantemente congratulado de vivir, aunque sea sólo un pequeño ladrillo dentro del gran muro.
Mira esos aun más lejanos valles, misteriosos, verdes. Su color se llega a confundir con el tono azulado de las montañas más alejadas allí donde el verdor de lo azul sale a la luz.



De pronto se da cuenta de que, más cerca de lo que se piensa, tiene ese color tan relajante como dador de fuerza y vitalidad. El verde lo inunda todo a sus pies. Los arbustos se entremezclan con las agitadas aguas fluviales, como si intentasen calmar su prisa por llegar a ninguna parte. Ese color lo llama, parece necesitarlo aun más cerca. Ese color templado, ni tan cálido como el Sol, ni tan frío como las aguas del mar profundo.


Parece que el verde también se abre un hueco a mitad del paisaje. Como si fuese una pequeña urbe en medio de un cielo de roca, unas pocas decenas de árboles permanecen unidos. Desde la lejanía cuesta distinguirlos: no sólo su especie, también los unos de los otros. Son el corazón del gran valle, y parece que el mismo río, pese a su necesidad de correr, quisiera pararse a respirar ese aire puro y a sentir de cerca el centro vital de todo lo que nuestra vista alcanza a sentir.


Sus ojos necesitan alejarse de tan extasiante panorama. Intentan escapar subiendo hasta el cielo. Allí, las nubes sienten bien de cerca los escarpados picos de las montañas más alejadas. Los altos montes parecen alegrarse de que las nubes bajen a visitarlos.
Basta, tanta perfección abruma a cualquiera. Ningún corazón admite de golpe tal cantidad de felicidad. En medio de esta sensación de cargada plenitud, los ojos se van en busca del más pequeño detalle del paisaje. Parece como si el blanco se hubiese reservado un macabro final para el deleite visual.



Allí, sí, justo esa curva tan cerrada que el caprichoso río decidió hacer en la piedra, justo sobre esta, una cruz. Cruz blanca, insignificante al lado de la grandeza de los montes, de la templanza del bosque, de la calma del cielo. Ahora lo entiende. Sólo el río puede escapar de allí, puede huir de su pasado. La cruz le recuerda que debe marcharse, sin mirar atrás.


Sus pupilas se encerraron dentro del cobijo de sus párpados. Ahora sólo escuchaba el río susurrando bajo la gran montaña marrón. Todo lo demás era silencio. Interminable silencio.




Francisco David Lahoz Martín


Foto: río Limay, Argentina